Álvaro Reynoso y Ricardo Fernández, integrantes del Comité Técnico de Normalización en Gestión de la Innovación de la ISO, presentaron en la UNAM un caso de éxito que instrumentan en Guatemala
Implementar una cultura de la innovación donde se aprenda de las fallas y se actúe rápido y a bajo costo para transformarlas en oportunidades, así como tener experimentación continua, agilidad, adaptación y resiliencia, son algunas de las recomendaciones planteadas por Álvaro Reynoso (Guatemala) y Ricardo Fernández (Estados Unidos), integrantes del Comité Técnico de Normalización en Gestión de la Innovación de la ISO.
Los especialistas, quienes forman parte de la comitiva internacional que visita la UNAM, también sugirieron fomentar ecosistemas empresariales y productivos compartidos; además de tener estrategias encaminadas a desarrollar nuevo crecimiento y disrupción.
Al ofrecer la conferencia conjunta “Mejores prácticas en la ejecución de un sistema de gestión de la innovación. Caso de éxito en Latinoamérica”, presentaron el trabajo que realizan en Guatemala el cual inició en 2020 con InnovaHub de la Agroindustria Azucarera, empresa de consultoría en gestión del conocimiento e innovación a la que se sumaron 70 personas de 25 compañías del sector azucarero y agrícola de ese país centroamericano.
Conscientes de que la innovación requiere planeación y eficiencia en cada fase de la cadena productiva, pusieron en marcha su “metodología InnovaHub”, la cual consiste en seis etapas a través de las cuales se implementan procesos de formación y empoderamiento para transformar realidades, así como atender las necesidades de personas e instituciones de manera precisa y efectiva.
En el auditorio Emilio Rosenbleuth, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, recordaron que inicialmente los empresarios participantes detectaron en conjunto 166 oportunidades de mejorar su proceso agroindustrial. De ahí eligieron 29 proyectos para un portafolio, seleccionaron seis y priorizaron cuatro.
El procedimiento requirió minimizar los riesgos, es decir, plantearse si se pueden realizar los cambios al recurrir a recursos económicos, tecnología y uso de marcas; asegurar el alineamiento, lo que significa garantizar que una empresa pueda lograr resultados, impacto y valor de los proyectos; además de maximizar la atractividad, es decir, detectar las oportunidades del mercado, que los clientes acepten la propuesta de valor y el retorno financiero sea interesante.
A partir del inicio se realizó la gestión de la innovación por horizontes, considerando la mejora, incremento, adyacencia (proximidad o cercanía) y disrupción (transformación brusca) del nuevo método.
Reynoso y Fernández aseguraron que entre los logros están tener una idea conceptual de la tecnología que se requiere para ese sector y crearon un prototipo de hardware que transmite datos en tiempo real desde cuatro ingenios azucareros, por medio del cual se obtiene información de la que destacan las variables de siembra, aplicación de pesticidas, riego de cultivos y procesos de cosechado.
Derivado de esta experiencia, los especialistas consideraron fundamental integrar equipos competentes para inventar, realizar pruebas con las innovaciones en cada etapa para tener un aprendizaje sucesivo y crear ecosistemas de cooperación entre empresas, comunidades sociales y gubernamentales.
Un rasgo importante que destacaron es gestionar la propiedad intelectual de cada originalidad con patentes, acuerdos de confidencialidad, contratos de copropiedad, registro de marcas o secreto industrial, entre otras figuras de protección a las creaciones propias.
Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2024_106.html