El “día cero” puede llegar al país y podría afectar primero a la zona norte, porque es donde más agua subterránea es extraída, consideró Mario Hernández Hernández
Cuando hablamos de un “día cero” respecto al abasto de agua para las grandes y medianas ciudades nos referimos a un periodo en el futuro donde no vamos a poder suministrar la cantidad requerida, explicó Mario Hernández Hernández, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

Llegar a ese momento depende de múltiples factores, uno de esos es que habría que evitar la extracción en los suelos de esas ciudades, porque de seguir haciéndolo se propicia el mayor hundimiento del terreno debido a que se extrae el líquido que permite que el suelo –conformado por aire, roca y agua– permanezca estable, detalló.

Al participar en el podcast “Geofísica al descubierto”, del IGf, en el capítulo “Día Cero ¿qué es y cuáles son sus consecuencias? Gestión del agua en México”, conducido por Catalina Armendáriz, comentó:

En la Ciudad de México y su zona conurbada estamos pasando por un periodo intenso de sequía de varios años, lo cual no ha permitido la recarga suficiente del sistema de abastecimiento que tradicionalmente se utiliza.

El país es diverso en su topografía y la disponibilidad del agua también lo es. En ese sentido, explicó que existen básicamente tres zonas: centro, sureste y noreste, donde las situaciones son distintas.

Por ejemplo, en el sureste hay gran disponibilidad de agua superficial que no es muy utilizada porque existe menos población que en la zona centro, donde hay grandes comunidades e industrias y se usan mayores volúmenes del recurso, y cada vez se extrae de lugares más lejos. El noreste es el área más desértica, donde menos llueve, y la que se apoya más en la extracción subterránea, señaló.

Hernández Hernández consideró que hay dos retos principales: uno relacionado con la disponibilidad y cantidad; el otro se vincula con la calidad. El primero tiene que ver con la manera en que se distribuye; en el segundo caso son los diferentes usos que hacemos, es decir, público-urbano, agricultura, ganadería y la industria.

Ambos retos se vinculan con el hecho de si “se tienen las fuentes de agua de manera asequible, cercana, técnica y económicamente factible”.

El problema de la escasez es multifactorial: contar con la infraestructura para el suministro desde la fuente de abastecimiento hasta que sale de la llave. También tiene que ver la calidad de ese sitio de origen para adquirirla como potable.

La condición de ese recurso no renovable debe cumplir con normativas y criterios de contenidos máximos o mínimos de compuestos que de manera natural lo posee.

El derecho humano al agua es un mandato de la Organización de las Naciones Unidas y un eje transversal que participa en varios sectores de la sociedad. “Sin agua no se pueden desarrollar múltiples actividades”, refirió.

El científico precisó que ese organismo internacional procura que el desarrollo sea amigable y sustentable con el medio ambiente, tratando de que el recurso se use de forma racional.

Hernández Hernández apuntó que, a nivel global, la agricultura demanda más de 70 por ciento del agua dulce del planea para la producción alimentaria requerida por el ser humano.

El especialista reconoció que la posibilidad de un “día cero en México” podría suceder primero en las metrópolis del norte del país, por ejemplo, en Tijuana. “Es una ciudad con unos 2 millones de habitantes que utiliza mucha agua subterránea, que es la principal fuente, pues hay pocos escurrimientos”; allá llega a través de un acueducto desde la desembocadura del Río Colorado.

Mencionó que hace dos años estuvo cerca de suceder en Monterrey, donde no se tuvo acceso directo por la forma en que gestionan el agua en la urbe, la cual no pudo satisfacer las necesidades básicas de la población.

Tuvo menor disponibilidad en el sistema de presas que la abastece y hubo cambios en los regímenes de precipitación. Se resolvió al recurrir a nuevos suministros, otra vez cada más lejanos. Son soluciones políticas a corto plazo, concluyó.

Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2024_279.html

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