• Al igual que hace siete décadas se efectuó una jornada atlética; ahora participaron representantes de 91 disciplinas y se realizaron 20 competencias
• Se entregaron reconocimientos a jugadores del Club Universidad Nacional A.C. que ascendieron a Primera División el 9 de enero de 1962; también a los del primer clásico UNAM-Poli de futbol americano en el recinto
• Gran parte de lo que significa el orgullo y pertenencia a la UNAM nos lo brinda el deporte: Alejandro Fernández Varela Jiménez
Con una jornada que se extendió por casi seis horas, donde se realizaron 20 competencias atléticas -desde velocidad hasta resistencia- la Universidad Nacional Autónoma de México celebró siete décadas de uno de sus inmuebles emblemáticos: el Estadio Olímpico Universitario (EOU).
La celebración incluyó el desfile de integrantes de 91 disciplinas deportivas, exhibiciones de gimnasia, Ulama, charrería, premiaciones del certamen de aniversario, así como reconocimientos a jugadores pioneros de futbol americano y balompié, se escuchó el rock & roll en vivo con la evocación al ritmo sonoro de los años 50.
La UNAM, a través de la Dirección General del Deporte Universitario (DGDU), la Facultad de Arquitectura, en colaboración con el Club Universidad Nacional, conmemoró ayer las siete décadas de su inmueble emblema, el más grande documento pétreo monumental, resguardado por la Universidad de la nación.
Desde su estreno, el EOU ha visto transcurrir 18 mundiales de futbol, de los cuales fue sede de uno en 1986, pero ninguno puesto en marcha el día de su aniversario como el efectuado ayer. Sobre la relevancia del día, Alejandro Fernández Varela Jiménez, titular de la DGDU, resaltó que ese 20 de noviembre de 1952 se inauguró el inmueble con una jornada atlética como la ocurrida este 20 de noviembre del año en curso.
“Esa garra, ese espíritu universitario es lo que caracteriza al deporte universitario, gran parte de lo que significa ese orgullo y pertenencia a la UNAM nos lo brinda el deporte, de aquí surgieron sus colores, el puma, la Goya…”, comentó en entrevista.
Agregó que la actividad física es fundamental en la vida no solo de la comunidad estudiantil, sino de todas las personas, ahora que los problemas de salud asociados al sedentarismo son complejos, por lo que el deporte brinda la mejor forma de prevención.
Jornada multifacética
En punto de las diez de la mañana una gran fila azul de mil 200 personas “serpenteó” el rectángulo esmeralda, y con “tinta humana” se escribió sobre el césped las siglas “UNAM”.
El acrónimo fue compuesto por integrantes de las 91 disciplinas deportivas que se practican en esta casa de estudios, que incluye la charrería (deporte nacional), hasta el Ulama, juego de pelota ancestral.
Tras el himno universitario, se realizaron honores a la bandera donde intervino el 8º Batallón de Infantería de la 1ª Zona Militar que desplegó una bandera monumental de aproximadamente diez por cinco metros. La apertura sobre la pista de tartán la ofreció la prueba reina del atletismo, los 100 metros planos.
Fueron una veintena de competencias entre estas: 400, 300 metros planos, salto de longitud, salto de altura, 60 metros con vallas, y por supuesto exhibiciones de gimnasia aeróbica, Ulama, porras y animación; y así volvieron los rictus de esfuerzo, el estallido que detona la velocidad del cuerpo con un ¡bang!
Más adelante se entregaron las medallas a los competidores del encuentro atlético, así como a los jurados y ganadores de los certámenes conmemorativos por los 70 años del EOU, en logotipo, ensayo, dibujo y pintura, así como de fotografía vivencial.
Uno de los momentos más emotivos lo constituyó la entrega de reconocimientos a los jugadores del Club Universidad Nacional A.C. que ascendieron a Primera División el 9 de enero de 1962, y la entrega de reconocimientos a los jugadores del primer clásico UNAM-Poli de futbol americano en el EOU.
En el epilogo del festejo, la escenofonía de Los Gatos Rocabilly, acompañados de un baile de época, recordó el contexto en el que el EOU fue inaugurado, el contoneo, la crinolina, el copete engominado, y el viento que sopló para apagar simbólicamente las 70 velas y el pebetero.
Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2022_964bis.html