• Mario Ordaz Schroeder y su alumno de doctorado José Antonio León Torres, junto con colegas brasileños, crearon esta herramienta
• Se aplicará en fase exploratoria en cuatro países de diversos continentes, con apoyo de la ONU
Mediante una metodología que conjunta un modelo para mantener en equilibrio a la economía y otro para estimar la probabilidad de ocurrencia de sismos en una zona física determinada, académicos del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM y de la Universidad de São Paulo, Brasil, evalúan los daños económicos indirectos ocasionados por un desastre.
Por primera vez es posible calcular las consecuencias secundarias que afectan al sistema económico; es decir, aquellos costos que van más allá del derrumbe de edificios, la fractura de escuelas u hospitales. Se consideran, por ejemplo, los daños en carreteras, variaciones en el producto interno bruto (PIB), cambios en el empleo, inflación o el reacomodo de diversos sectores productivos.
La combinación de modelos considera lo azaroso del evento natural y sus probables condiciones físicas, ubicando el sitio en donde puede presentarse de acuerdo con eventos registrados en el pasado.
Aunque el estudio de caso fue hecho para sismos, la metodología es aplicable a huracanes, inundaciones, granizadas, deslizamientos y erupciones volcánicas.
En su propuesta, el investigador Mario Ordaz Schroeder y su alumno de doctorado José Antonio León Torres (quien obtuvo con este trabajo el grado de Doctor en Ingeniería) recurren a una metodología ya conocida en Economía, llamada Modelo de Equilibrio General Computable (CGE), que describe las interacciones entre regiones y sectores industriales, y está en equilibrio bajo ciertos niveles de precios y variables económicas.
“Cuando ocurre un sismo que produce daños físicos (pérdidas directas) en edificios, fábricas e infraestructura, estos daños son calculados con técnicas convencionales de riesgo sísmico que utilizamos desde hace 30 años. Sin embargo, hasta ahora no se calculan las pérdidas económicas indirectas, que a veces son más grandes que las directas”, explicó Ordaz Schroeder.
Este modelo CGE es un conjunto de ecuaciones diferenciales en las cuales la economía está en equilibrio como resultado de un conjunto de entradas y de salidas, asociado a lo que recibe y a las cosas que produce, así como a los precios, detalló.
En el estudio, los ingenieros Ordaz Schroeder y León Torres colaboraron con los economistas brasileños Eduardo Haddad e Inacio Araújo. Los cuatro son autores del artículo Risk caused by the propagation of earthquake losses through the economy, publicado el 25 de mayo en la revista Nature Communications.
“Son decenas de miles de ecuaciones que se tienen que resolver simultáneamente y tiene muchas variables económicas, como el empleo, la distribución espacial de los puestos de trabajo, la inflación, las exportaciones y exportaciones, el PIB de toda la economía y regional”, agregó.
Hasta ahora este modelo se había utilizado para medir shocks a la economía, es decir, que una situación geopolítica limite las importaciones y desequilibre todo el sistema económico.
“Estos modelos se habían usado en la economía, pero nunca se habían utilizado para modelar el efecto de múltiples catástrofes por efecto de peligros naturales. Lo que hicimos en este trabajo es conjuntar este modelo de equilibrio general computable de la economía de manera regional, es decir, las fábricas o los componentes del sistema económico están localizados en el espacio, la localización importa. Cuando hay un temblor es importante conocer con precisión la región”, comentó el experto.
No se habían empleado para realizar análisis de riesgos sobre la propagación de las pérdidas económicas después de un desastre, así que la combinación del CGE con modelos espaciales físicos nutridos de datos de desastres ayudan a calcular los riesgos indirectos en regiones específicas.
Con su estudio de caso desarrollado con datos de Chile, Ordaz y sus colegas actualmente colaboran con la Unidad de Gestión de Riesgos de Desastres de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aplicando una fase exploratoria en cuatro países: Costa Rica, Somalia, Sudán y Eswatini (antes Suazilandia).
Créditos: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2022_571.html