• La capital de la República mexicana, el Estado de México e Hidalgo podrían experimentar incrementos: Erika Danaé López Espinoza
• Con la urbanización los días son más cálidos y las noches más frías
El constante cambio en el uso de suelo en las grandes ciudades es un factor que debe sumarse al aumento de la temperatura general, ya que la pérdida de cuerpos de agua, áreas verdes y el crecimiento de las metrópolis podría ocasionar incremento de un grado más de temperatura para 2060, reveló un estudio realizado por la experta del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, Erika Danaé López Espinoza.
Ante el coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC), Francisco Estrada Porrúa, la investigadora detalló que al revisar el comportamiento que tiene la sociedad respecto al uso del suelo (sin contar el efecto del cambio climático, ni la isla de calor) es posible observar que la desaparición de los cuerpos del vital líquido genera aumento de la temperatura y la reducción en lluvias en la Ciudad de México, Hidalgo y Estado de México.
En la última sesión del módulo “¿Qué sabemos del cambio climático en México?”, organizado por el PINCC, López Espinoza detalló que parte de su investigación está dedicada a revisar qué pasaría si tuvieramos un tipo de uso de suelo diferente al actual, sobre todo a futuro.
“El incremento en la temperatura media en este escenario de urbanización se presenta, mayormente, con aumentos en Tláhuac y Xochimilco con 0.8 y 1 grado centígrados más para la Ciudad de México. Para el Estado de México en Zumpango, Tepotzotlán, Ecatepec y Texcoco con incrementos de 1 a 1.3; y en la cuenca hidalguense y el Llano de Tula con 1.1 grados de incremento en temperatura”, precisó.
A nivel mundial, detalló, la rápida expansión de las áreas urbanas representa una de las transformaciones humanas más notables de nuestro planeta porque requiere de infraestructura de transporte, espacio de vivienda, insumos para alimentación (siembra y crianza de ganado) y, en consecuencia, la ocupación y cambio de la cobertura y uso de suelo. El Banco Mundial estimó que en 2021 el 56.6 por ciento de la población vive en las grandes ciudades.
La Ciudad de México experimentó un rápido crecimiento poblacional durante el siglo XX impulsando la incorporación de áreas periféricas rurales, el cual se caracteriza por un patrón horizontal de ocupación y falta de cumplimiento de la regulación en materia urbana, detalló López Espinoza.
La investigadora del Grupo de Interacción Océano-Atmósfera recordó que hacia 1500 con la fundación del reino azteca en un gran cuerpo de agua dio inicio un proceso de desecado que se intensificó en la época colonial y la modernización del paisaje, alterando los patrones meteorológicos y climáticos.
Estos cuerpos de agua en tierra juegan un papel importante para regular el clima de la región por sus propiedades físicas que ayudan a reducir las temperaturas extremas durante el día, además porque son una fuente estratégica de humedad y significativa de flujo de calor latente que emite, detalló.
Tenochtitlan –continuó– se ubicaba en un islote en el lago de Texcoco, Zumpango, Xaltocan, Xochimilco y Chalco, con una extensión de mil 500 kilómetros cuadrados (Km2) que se dice tenían una profundidad que llegaba hasta los 11 metros en su punto más bajo.
Con esta información, López Espinoza y su equipo se dieron a la tarea de simular en computadora las condiciones climáticas en la superficie del suelo o de la tierra con este sistema de lagos, la cual fue comparada con las condiciones actuales de la misma superficie; es decir, la urbe y los remanentes acuáticos.
Este gran sistema de lagos trabaja como un regulador de temperatura en el día, y observamos que las diferencias en la temperatura máxima y la mínima serían 2.5 a 2.8 grados centígrados; es decir, con la urbanización tenemos días más cálidos y noches más frías, aseveró.
Respecto a las lluvias, los especialistas observaron incremento en la precipitación cuando están presentes los lagos, especialmente en las primeras horas del día, lo que significa que antes llovía más; mientras que sin estos cuerpos de agua en las grandes urbes, la precipitación acumulada diaria se reduce en promedio 500 milímetros al mes.
Con estos resultados, los expertos se cuestionaron qué pasará en 40 años (en 2060), porque según el Consejo Nacional de Población la cantidad de habitantes continuará su incremento especialmente en la zona metropolitana (ZM), particularmente el Estado de México.
De seguir el crecimiento actual de la ZM alcanzaría tres mil 622 km2, lo que implicaría la pérdida de pastos y agricultura de riego en 63 por ciento, y del 23 por ciento de zonas de agricultura; esto además de la pérdida de 13 por ciento de matorrales, vegetación escasa, cuerpos de agua y bosques perennes, comentó López Espinoza.
Según las predicciones, para 2060 el cambio de uso de suelo que ocurre en dicha zona llega más allá de su área y la entidad con mayor repercusión en temperatura es el Estado de México, donde se da la mayor modificación con la pérdida de regiones vegetadas por zona urbana, después se encuentra el estado de Hidalgo seguido por la Ciudad de México.
La universitaria alertó que esta situación ocasiona que la falta de acceso a servicios públicos, sumado a condiciones habitacionales deficientes, hace que las alcaldías de Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco sean las más vulnerables en la capital del país. En el caso de la entidad mexiquense los municipios más afectados serían Tultitlán y Ecatepec; y la cuenca hidalguense, en Hidalgo.
Artículo tomado originalmente de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2022_600.html