• Las poblaciones están declinando, advierte Adolfo Navarro Sigüenza
• Se orientan con el sol, marcas en la Tierra, cuencas de ríos, costas o montañas; las nocturnas reconocen la dirección en la que vuelan gracias a las constelaciones, precisa
• Este año se celebrará el Día Mundial de las Aves Migratorias el sábado 9 de octubre

En el mundo hay aproximadamente 10 mil 100 especies de aves y de acuerdo con cada región de 25 a 30 por ciento son migratorias; es decir, se desplazan durante ciertas épocas del año de un lugar a otro. No obstante, los números de sus poblaciones se han reducido en pocos años.

“La migración, como proceso, está en peligro en el sentido de que la pérdida o alteración de los hábitats y el cambio climático han provocado que cada vez tengamos poblaciones más pequeñas de aves migratorias en sitios donde antes eran muy abundantes”, afirma el coordinador del Posgrado en Ciencias Biológicas de la UNAM, Adolfo Gerardo Navarro Sigüenza.

El también integrante del Departamento de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias refiere que la transformación de los ecosistemas ha provocado la extinción de algunas especies, como los zarapitos esquimales (Numenius borealis).

México es centro de distribución de numerosas especies de aves migratorias de Norteamérica –algunas pasan más de la mitad del año en nuestro territorio y sólo van a reproducirse a Canadá o al norte de Estados Unidos–, por lo que es relevante que los hábitats se conserven para sostener a las poblaciones, alerta el experto.

En ocasión del Día Mundial de las Aves Migratorias, a celebrarse este año el 9 de octubre, el científico destaca que uno de los eventos migratorios importantes que hay en nuestro país es el llamado “río de rapaces”, que se registra cuando poblaciones completas de esos animales vuelan desde Estados Unidos y Canadá; se trata de un fenómeno de gran importancia, incluso turística, donde cientos de miles de esos ejemplares pasan por Veracruz en su camino hacia el sur.

También es un gran atractivo recibir en invierno enormes cantidades de aves acuáticas; “todos los lagos se llenan de patos, gansos, pelícanos blancos, gaviotas, etcétera. En las costas el cambio también es espectacular: aparecen montones de especies que se alimentan en los esteros y lagunas costeras”.

Incluso en las ciudades, como la capital del país, tanto en las zonas boscosas como en sitios de humedales, como el parque ecológico de Xochimilco, se les puede observar. “Me ha tocado ver pasar parvadas de pelícanos blancos encima de mi coche en el Periférico”, resalta.

El número cambia de región en región; por ejemplo, en EU y Canadá hay aproximadamente 650 especies de aves, de las cuales 350 son migratorias; en México tenemos cerca de mil 100 especies de aves, 25 por ciento de las cuales se mueven a otras latitudes y un número importante de ellas son las que vienen del norte en invierno.

El Día Mundial de las Aves Migratorias, que se celebra en todo el mundo dos días cada año -el segundo sábado de mayo y el segundo sábado de octubre-, es el único programa internacional de sensibilización y educación en la materia.

Evolución

Navarro Sigüenza detalla que la migración es un fenómeno evolutivo que sólo algunos grupos de animales desarrollan. A las ballenas, murciélagos o mariposas monarca se suman las aves, cuyos desplazamientos pudieron comenzar en épocas donde los cambios climáticos fueron fuertes, como las glaciaciones, hace varias centenas de miles de años.

Moviéndose a donde hay recursos, alimento y lugares para reproducirse, aseguran su sobrevivencia. “Ellas buscan el sitio óptimo para sacar adelante a sus nidadas, y eso se repite dentro de un ciclo temporal que, generalmente, es de un año”.

En los diversos grupos de aves hay especies migratorias, explica el especialista; por ejemplo, patos, chorlitos y tildillos se unen a las passerinas (canoras), etcétera. La variabilidad es enorme.

Hay las que realizan el traslado de día y otras de noche; en unas primero se van los machos y luego las hembras. Las que viajan de día pueden usar al sol, las marcas en la Tierra, las cuencas de ríos, costas o montañas, para orientarse. En tanto, las nocturnas saben reconocer la dirección en la que vuelan gracias a las constelaciones.

Recientemente se ha encontrado que a través de un pigmento en sus retinas denominado criptocromo pueden observar la dirección del campo magnético terrestre; además, tienen cristales de magnetita en el pico que les permiten percibir la intensidad del mismo. También ven el color ultravioleta. Aunque se ha estudiado ese fenómeno, aún se sabe poco de los mecanismos de orientación que emplean. “Lo que sí sabemos es que no se pierden”.

Hay especies que hacen su viaje de un solo vuelo, sin detenerse a comer, por lo que deben acumular demasiada grasa antes de partir. Hay otras, en cambio, que van haciendo paradas para alimentarse y recargar energías, afirma Adolfo Navarro.

La mayor parte de la migración se da de norte a sur y México es parte de varias rutas principales, como la que viene de las Montañas Rocosas, en Canadá y Estados Unidos, y llega a nuestro país donde “tenemos espectáculos maravillosos de migración”.

Las aves migratorias, afirma el especialista, son parte de los ecosistemas y juegan un papel muy importante en su funcionamiento. Hay sitios, sobre todo en el norte de nuestro territorio, en zonas áridas y secas, como Sonora y Chihuahua, donde el componente más importante de la avifauna son precisamente las aves migratorias.

Más al sur, las migratorias coexisten con las residentes y su proporción es menor, pero al final juegan un papel importante en cada ecosistema, aclara el científico.

Además, menciona, han sido buena razón para que las naciones compartan programas de estudio y preservación, por ejemplo la Iniciativa para la Conservación de las Aves de América del Norte (ICAAN o NABCI por sus siglas en inglés). Así, se cuenta con programas de monitoreo comunes a los tres países, como los de sobrevivencia invernal y censos.

Amenazas en su viaje

Las especies que se mueven de una región a otra enfrentan amenazas en los sitios donde se reproducen y en los que invernan; también en los lugares afectados por las actividades humanas por donde pasan. Los ecosistemas se deterioran y conforme los bosques se transforman en zonas agrícolas o ciudades, los recursos disponibles para la fauna se reducen. “La destrucción de hábitats es definitivamente la principal causa de muchas declinaciones de los números de las poblaciones de migratorias en el mundo”.

Además, hace décadas se detectó el problema que causan las zonas urbanas porque, al migrar, sobre todo las viajeras nocturnas, encuentran edificios iluminados que llaman su atención y se estrellan. Eso es preocupante: cientos y miles de pájaros mueren, sobre todo en EU y Canadá. En otras partes del mundo, como los Balcanes, la gente las atrapa para comerlas; “la cacería también puede ser un problema”.

Asimismo, los gatos (los ferales, que dejaron de ser domésticos, y los que son domésticos, pero se les permite vagar libremente) son un problema para las aves en general; “son depredadores tremendos”. Y a eso se agrega el cambio climático que altera los ciclos de la naturaleza y el uso de plásticos, porque un alto porcentaje muere por comerlos, como resultado del comportamiento humano irresponsable.

“El pico de la migración en México será en noviembre y en diciembre la tendremos en efervescencia”, abunda el universitario quien refiere que la mejor manera de preservar especies es conocerlas, ir al campo, al parque y ver la diversidad de animales emplumados que llegan en esta época.

“Con el comienzo del otoño ya comenzamos a recibir las primeras migratorias, como el chipe de Wilson; vamos a apreciar esa diversidad, y nos van a dar ganas de conservarla”, concluye Navarro.

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