• El cine nos permite imaginarnos diferentes y pensar en lo que queremos ser, aseveró Enrique Graue Wiechers
• Con esta Escuela, la UNAM ratifica su compromiso con el arte y la cultura de México, señaló Manuel Elías López Monroy
• La autonomía universitaria ha sido indispensable para la creación, expresó María del Carmen Lara Rangel
• Nueve académicos recibieron medallas por su trayectoria profesional
Al presidir la ceremonia de inauguración de los festejos por el 60 aniversario de lo que fue el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) y hoy es la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC), el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, destacó la enorme tradición de esta entidad académica, sin la cual no puede entenderse el cine mexicano.

“Hoy, a 60 años de su origen, la Universidad Nacional Autónoma de México les reconoce y agradece su indeclinable compromiso. Con la ENAC, la UNAM crecerá y se engrandecerá”, sostuvo el rector luego de felicitar a quienes fundaron esta entidad académica y la han fortalecido.

Sus logros son muchos. Entre ellos se cuentan los premios Oscar de sus egresados Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki; los más de 120 premios Ariel que los integrantes de su comunidad han obtenido, así como el Ariel de Oro que se otorgó en 2006 al entonces CUEC, dijo.

En la Sala Manuel González Casanova de la ENAC, Graue Wiechers también expresó que el séptimo arte es una experiencia maravillosa; es una disciplina que evoluciona permanentemente y combina las artes escénicas, las humanidades, la literatura, la tecnología, la innovación y la ciencia.

El cine, prosiguió, es una escuela de sueños e imaginación, de creatividad, disciplina y rigor académico. “Gracias a ella podemos imaginarnos diferentes a través de las pantallas, pensar lo que queremos ser, imaginar lo que son los otros”.

El rector de la UNAM llamó a seguir desarrollando el inmenso potencial que hay en la ENAC: sus alumnas y alumnos, con su imaginación y creatividad.

En su oportunidad, el director de la Escuela, Manuel Elías López Monroy, relató el origen de ésta y cómo fueron calificados de “locos” quienes buscaban fundarla. Contó la manera en que trabajaron porque los cineastas tuvieran una sólida formación académica y espíritu crítico; es decir, cómo desarrollaron la pedagogía de la cinematografía y sistematizaron el conocimiento cinematográfico, ante quienes pensaban que sólo se trataba de un oficio.

“Si como se afirma, un estudio de cine es una fábrica de sueños, una escuela de cine es una fábrica de soñadores. A un soñador no se le fabrica, se le puede ayudar a formarse; aportarle elementos para entender la sociedad en que vive y para entender su proceso para relacionarse con el mundo; se le puede apoyar para adquirir habilidad y proporcionar herramientas que le permitan traducir sus experiencias de vida en imágenes y sonidos concretos.

“A un soñador también se le cuestiona y critica. Un realizador cinematográfico es responsable de la manera en que transforma su mirada en esa peculiar forma de lúcida ensoñación que es una película”, acotó.

López Monroy recalcó que hoy la ENAC tiene un catálogo de más de dos mil 200 producciones que enriquecen el patrimonio universitario: ficciones y documentales que dan cuenta de las preocupaciones e inquietudes, deseos y movimientos sociales más significativos de nuestra historia reciente. Además, que la UNAM ha apoyado y brindado el respaldo institucional a la producción de varias películas que, sin éstos, no hubieran existido.

“Con la ENAC, la UNAM ha ratificado una vez más su compromiso con el arte y la cultura de nuestro país, y nuestra comunidad ha refrendado también su compromiso con la Universidad y la sociedad”, recalcó.

La exdirectora del CUEC, María del Carmen Lara Rangel, subrayó la importancia que la Universidad Nacional le ha dado al conocimiento cinematográfico, gracias a su autonomía. Este valor lo ha construido y defendido en diversos momentos, por ejemplo, en 1968, y quedó registrado en el filme El Grito.

También les ha permitido construir una memoria fílmica en libertad y sin censura, con películas pioneras en temas del feminismo, movimientos sociales, historias de las diversidades, entre otras.

La libertad de cátedra, agregó, les ha dado la posibilidad de opinar sobre la realidad de manera crítica, discernir de manera informada para formar un criterio, una narrativa. “Valorar la autonomía, que para la creación es indispensable, se da gracias a esta atmósfera universitaria. Es el resultado de muchas luchas, muchas batallas”.

Previamente, el decano de la Escuela, Jorge Ayala Blanco, resaltó que la Universidad Nacional y el espíritu universitario han sido punto de apoyo para el desarrollo de esta entidad académica, a fin de participar, mover y modificar el mundo y la cinematografía nacional.

“El espíritu universitario nos ha dado impulso vital, destino, oportunidad de formación fílmica en las más diversas áreas y disciplinas; ámbito de reflexión en sedes afines; respeto a las minorías y a todas las posturas políticas, inserción e incidencias múltiples en un contexto histórico social siempre cambiante”, puntualizó.

En tanto, Ana Méndez Peña, alumna de la Licenciatura en Cinematografía de la generación 2019, manifestó que las mujeres son y han sido participantes activas de esta industria; enlistó las contribuciones que las 360 alumnas y egresadas de esta Escuela han hecho a la cinematografía nacional, quienes han creado tecnologías y contribuido al lenguaje internacional de este arte, y cómo, entre ellas, se han abierto las puertas.

También recordó que la primera película realizada en el CUEC fue de una mujer: “Pulquería La Rosita”, de Esther Morales. Hoy, 60 años después, continúan peleando por estar en este espacio y que ninguna abandone sus ideas y sueños por creer que no tienen lugar en este campo de creación.

En la ceremonia se entregaron medallas a nueve académicos por su trayectoria profesional: Jorge Ayala Blanco, Mario Luna García, Mitl Cuauhtémoc Valdez Salazar, Juan Roberto Mora Catlet, Armando Lazo Valenzuela, Carlos Alberto Mendoza Aupetit, Jaime Reyna Lara, María Luisa Amador Romero, así como a Marcela Fernández Violante, cuya medalla fue recibida por su hijo Ernesto Sánchez Fernández.

Además, develaron una placa conmemorativa por los 60 años de la Escuela de Cine Mexicano.

Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2023_213.html

Por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *