• Cada día generamos más desechos, es decir, una cantidad superior de la producida por nuestros padres y abuelos, alerta Nancy Merary Jiménez Martínez, al referirse al Día del Barrendero en México, que se conmemora el 8 de agosto
    De acuerdo con la Secretaría de Obras y Servicios del Gobierno de la Ciudad de México, en 2022 para brindar mantenimiento a la red vial primaria se contó con dos mil 396 barrenderas y barrenderos, divididos en tres turnos (matutino, vespertino y nocturno) y 172 cuadrillas que, todos los días y de manera ininterrumpida, atienden 169 vialidades; o sea, aproximadamente 3 mil 167 kilómetros de vías primarias donde recolectan 548 toneladas de residuos; utilizan 190 vehículos y 26 barredoras de succión.

En tanto que, para los perímetros A y B del Centro Histórico, hubo 30 cuadrillas conformadas por mil 200 barrenderas y barrenderos quienes trabajan en tres turnos. Diariamente se hacen cargo, en promedio, de nueve kilómetros cuadrados de superficie y juntan mil 57 toneladas de desechos.

En las ciudades mexicanas el oficio representa uno de los primeros eslabones para el manejo integral de residuos, afirma en entrevista Nancy Merary Jiménez Martínez, experta del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, con sede en Cuernavaca, Morelos.

Se trata de los objetos que desechamos porque consideramos que perdieron su utilidad o no satisfacen nuestras necesidades. Con base en la legislación nacional, hay tres tipos de residuos: sólidos urbanos, los cuales provienen de nuestras casas, oficinas, espacios públicos; de manejo especial o de gran volumen, como aparatos eléctricos y electrónicos; y los peligrosos (corrosivos, reactivos, explosivos, tóxicos, inflamables o biológico-infecciosos).

En sus investigaciones de residuos sólidos urbanos ha encontrado más cada día, lo que significa una cantidad mayor de la que produjeron nuestros padres y abuelos.

Con motivo del Día del Barrendero en México, que se conmemora el 8 de agosto, la universitaria destaca: en nuestro país, en la mayoría de los casos, se carece de una gestión integral. Lo que ocurre casi siempre es que los materiales son recolectados en los hogares u otras fuentes y llevados a basureros a cielo abierto, que no cumplen con la normatividad y tampoco protegen la salud humana o al medio ambiente.

Aunque hay pocos estudios de generación y caracterización de los residuos, algunas estimaciones sugieren que cada mexicano produce cerca de un kilogramo al día, es decir, más de 120 mil toneladas, únicamente de sólidos urbanos; en mayor medida la Ciudad de México, Jalisco y el Estado de México.

Jiménez Martínez resalta que debido a la pandemia aumentó la cantidad. Para el caso de nuestro país se calcula un incremento de 20 por ciento. En “Manejo de residuos de equipos de protección personal derivados de la pandemia de COVID-19 en la Ciudad de México”, Encuentro de Expertos en Residuos Sólidos. Residuos sólidos en el México actual. Vol. 14. Núm. 1, 97-107 (2021), los autores Torralva y Velasco encontraron que el incremento fue de 10 a 30 por ciento y además su composición cambió.

Hasta antes de la emergencia sanitaria “los plásticos tenían los días contados y había iniciativas de prohibición de los de un solo uso”. Sin embargo, durante la contingencia de salud se utilizaron más. También hubo un retroceso en la separación de residuos, explica.

A ello se suma que, de acuerdo con sus indagaciones en el campus Morelos de la UNAM, se registra una extensión de las “prácticas pandémicas” como la compra de comida a domicilio, lo cual tiene repercusión en la presencia de envases y embalajes plásticos, o la adquisición de agua embotellada.

Ahora es el momento de visibilizar el problema. “Hace mucho que perdimos el contacto con nuestros residuos; los entregamos en una bolsa en el camión recolector y desparecen de nuestra vista. Es importante reconocer qué desechamos, en qué magnitud y a partir de ese análisis identificar qué podemos evitar, dejar de comprar o sustituir, y aplicar todas las ‘erres’: reducir, reutilizar reciclar, rechazar, reparar, reflexionar”, subraya la doctora en estudios urbanos y ambientales.

Servicio esencial

El oficio de barrendero es antiguo, refiere. Quienes realizan este trabajo recolectan los desperdicios -algunos de origen natural como hojas o ramas de los árboles- que se acumulan en calles, parques, jardines y otros espacios públicos. Sin embargo, la mayoría corresponde a productos de la ciudadanía, por ejemplo plásticos de un solo uso como botellas de refresco y agua, o envases de comida.

Bermúdez y colaboradores (2023), en el estudio Presencia de residuos sólidos en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Actas del Simposio Iberoamericano de Ingeniería de Residuos. Universitat Jaume I, recuperan datos del Inventario de Residuos Sólidos de la CDMX del año 2019, los cuales señalan que en las calles de esa zona se barrieron 365 toneladas/día, 84 por ciento fueron inorgánicos como empaques, desechables y demás; 15 por ciento residuos orgánicos; el uno por ciento restante no se especificó. Sus hallazgos ratifican que los más abundantes desperdicios en esos espacios públicos son: colillas de cigarro, plásticos de película no metalizada y papel.

Los trabajadores de limpia también separan materiales valorizables y, a menudo, los transfieren a centros de acopio donde pueden ser reaprovechados en las cadenas de reciclaje, apunta Jiménez Martínez.

En México contamos con aproximadamente 4.3 barrenderos por cada 10 mil habitantes; aunque llevan a cabo su labor en condiciones precarias, y en ocasiones sin contar con el equipo necesario, cumplen con el trabajo promedio de eficiencia del sector establecido para nuestra región por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, enfatiza.

Por día, en promedio, barren 1.69 kilómetros; en la Ciudad de México perciben un sueldo neto mensual que va de los dos mil 300 pesos a los ocho mil 900, dependiendo de la alcaldía.

Su número, precisa, es insuficiente para atender las necesidades urbanas. Además, una cantidad considerable son trabajadores informales, es decir, no están contratados, tampoco figuran en las nóminas, de tal manera que sus ingresos provienen de las propinas que reciben o de la venta de los residuos reciclables.

La especialista en estudios socioambientales recuerda que con la pandemia el servicio de gestión integral de residuos fue reconocido como esencial; se le debe dar esa importancia en los hechos y en todos sus eslabones.

En las urbes mexicanas trabajan en todo tipo de condiciones climáticas, “llueve, truene o relampaguee”, y además tienen contacto directo con los desechos, incluso con algunos peligrosos que contienen fluidos corporales que pueden contagiarlos de alguna infección.

Su rutina incluye caminar, barrer, recoger, cargar y empujar. Hemos visto, en algunas de nuestras metrópolis, que llevan escobas no aptas para el pavimento o terracería y utilizan recogedores hechos a partir de otros desechos, como botes de plástico, láminas o placas de automóviles. Idealmente deberían contar con un carrito recolector ligero, ergonómico, con recogedores y palas adecuados, asevera la universitaria.
A esa situación se suman las prácticas laborales poco seguras: se exponen a un riesgo constante de accidentes viales porque -en ocasiones- carecen de equipo de protección personal como chaleco u overol reflejante, además de guantes, lentes de seguridad, botas y cubrebocas, detalla Nancy Jiménez.

Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2023_597.html

Por admin

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