• Es recomendable permitir el uso moderado y supervisado de dispositivos electrónicos, pero es necesario regularlo, aseveró Karla Alejandra Cervantes Bazán
  • Sugirió restringir su uso diario de entre dos a cuatro horas y entornos libres de pantallas digitales
    En México, el uso de las tecnologías digitales aumenta en usuarios de todas las edades: 44.3 por ciento de los hogares cuenta con una computadora, 92.5 por ciento tiene al menos un televisor y 76.6 por ciento de la población urbana es usuaria de internet, expuso la profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, Karla Alejandra Cervantes Bazán.

“El 59.7 por ciento de los niños de 6 a 11 años son usuarios frecuentes de internet, mientras que entre los 6 y los 12 años se usan las tecnologías digitales con fines de entretenimiento”, añadió.

Durante la conferencia “¿Cómo promover el uso seguro de las tecnologías en mi hijo(a)?”, realizada en formato híbrido como parte del ciclo UNAMirada desde la Psicología, la especialista explicó:

El empleo seguro de los dispositivos digitales implica utilizar las tecnologías de información y comunicación mediante el conocimiento de riesgos, reflexión crítica sobre estos y una actitud responsable.

“El uso moderado y supervisado de las tecnologías digitales por parte de los niños promueve el conocimiento, el aprendizaje y la participación social”, consideró.

La especialista dijo que llegaron para quedarse, por lo que recomendó no prohibir el uso de dispositivos, pero sí promover su utilización en espacios abiertos donde se puede acompañar y regular la actividad de los niños. También hay que evitar su práctica en menores de tres años.

Sobre los beneficios, Cervantes Bazán destacó que en el área educativa son herramientas altamente motivadoras, con inclusión de materiales visuales y auditivos que pueden ajustarse a las diferentes necesidades.

En tanto, en materia de salud, promueven los programas a distancia y resultan apropiadas herramientas para la psicoterapia en línea.

Sobre los riesgos, la psicóloga puntualizó que en el área cognitiva pueden producir deficiencias en las funciones ejecutivas, problemas de aprendizaje, limitaciones en el desarrollo de la imaginación y creatividad, así como mayores niveles de procrastinación (acción u hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, a pesar de tener la oportunidad de llevarlas a cabo).

En tanto, en el ámbito socioemocional es posible deterioro en las habilidades sociales, restricciones en la comunicación y el clima afectivo en la dinámica familiar, depresión e ideaciones suicidas, comportamiento antisocial y disminución de la conducta prosocial, así como comportamientos adictivos.

De acuerdo con Cervantes Bazán, en la salud física se pueden presentar trastornos como disminución del sueño, ojos cansados, dolor de cabeza y de músculos, obesidad, deficiente regulación del estrés y resistencia a la insulina.

La experta enfatizó que cuando se utilizan de manera casi ininterrumpida impactan negativamente otras actividades como las académicas, laborales y domésticas. “Se vuelve un problema estar más tiempo en el mundo virtual que en el real”.

Recomendó, entre otras acciones, restringir en los menores el tiempo de uso diario: máximo dos horas para los de dos a cinco años de edad, y máximo cuatro en el caso de los de seis años en adelante, pero no continuas.

Además, procurar entornos libres de pantallas digitales para los infantes y que su uso sea bajo la compañía de un adulto. “Los televisores y pantallas digitales deben mantenerse fuera de la habitación de un niño”. También emplear la tecnología para construir y fomentar la creatividad, y no para ser únicamente receptores de información.

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Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2023_726.html

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