Norma Samaniego Breach expuso que en el mundo laboral hay una diferencia muy marcada en la participación de mujeres y hombres

  • Participó en una actividad académica con motivo del Premio Nobel de Economía 2023, que obtuvo Claudia Goldin
    La brecha de género en el mundo laboral no solo es importante por cuestiones de equidad, sino porque cuando la participación de la mujer es reducida, como en el caso de México, se resta una parte fundamental del potencial de la economía de un país y eso incide en el bienestar social, afirmó la economista Norma Samaniego Breach.

La integrante del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo de la UNAM y del Consejo Académico Asesor del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, dijo que esa situación se manifiesta además en los salarios, tipo de ocupaciones, trabajo a tiempo parcial y empleo informal; acceso y monto de las pensiones, o en “pisos pegajosos” y “techos de cristal”, entre otros aspectos.

Con motivo de la entrega del Premio Nobel de Economía 2023 que obtuvo Claudia Goldin, la experta destacó: en el caso de México, 62 por ciento de la población de 15 años y más participa en el mercado laboral, “porcentaje que no es muy diferente del que se registra a nivel mundial, que es de 60.5 de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2023)”.

Donde hay una diferencia muy marcada es en la intervención entre hombres (76.1) y mujeres (46.1); la femenina es menor, incluso que en numerosos países de América Latina de igual o menor desarrollo que el nuestro, mencionó.

Al dictar la conferencia La brecha de género en el mundo del trabajo, en el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), la especialista quien ha sido consultora externa de gobiernos y organismos internacionales como el Banco Mundial, recordó que en 1930 la fuerza de trabajo femenina en nuestro país era de cinco por ciento.

“Aunque hay un avance, por grupos de edad o niveles educativos, la participación femenina es menor”. Ellas, además, tienen mayor tasa de ocupación parcial y desocupación, acotó.

La brecha en los salarios es otro indicador de la desigualdad de género, fenómeno que se observa en el mundo. Algunas de las razones que ha encontrado la OIT son: con mayor frecuencia ellas tienen ocupaciones de tiempo parcial con menores prestaciones y remuneración que las de tiempo completo; más discontinuidad en su carrera laboral; se emplean en ocupaciones que ofrecen sueldos muy bajos; o bien, existen prejuicios que les impiden avanzar a puestos de alta responsabilidad e ingresos.

Samaniego Breach apuntó que el monto de las pensiones al momento del retiro también se constituye como uno de los casos graves y del cual no se ha tomado conciencia.

Las circunstancias que inciden son los salarios, pues siempre le asignan más a los varones; la llamada densidad de cotización, es decir, la proporción de aportaciones al sistema de pensiones, respecto del total de tiempo que el trabajador ha permanecido en el mercado laboral, la cual es baja porque mucha gente deja de cotizar cuando tiene que “irse” al trabajo informal; así como la esperanza de vida, que es mayor para ellas, y al momento del retiro están obligadas a financiar un periodo más amplio.

De acuerdo con la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro, manifestó que si se toman en conjunto los factores de salario, densidad de cotización y esperanza de vida, la brecha pensionaria por género sería de 41.6 por ciento: es decir, por cada 100 pesos de pensión de los varones, las mujeres recibirían 70.6 pesos.

Se han registrado logros en las últimas décadas, reconoció la expresidenta del Patronato de la UNAM. Todavía en el pasado reciente, varias formas de desigualdad de género pasaban inadvertidas o incluso eran toleradas. “Estudios como los de Claudia Goldin contribuyen a tomar conciencia de ellas y a actuar. Todavía falta mucho por avanzar”.

Resumió que otras causas son los estereotipos y roles de género, el acceso a la educación y la formación para el trabajo; o la menor representación en los puestos directivos y de liderazgo en organizaciones sociales y sindicales.

Los que han incidido en disminuirla son: uso de anticonceptivos, acceso al sistema educativo, trabajo a distancia y políticas de igualdad de género, entre otros.

Al presentar la conferencia, la secretaria técnica del IIEc, Patricia Llanas Oliva, mencionó que Claudia Goldin descubrió indicadores clave de la diferencia de género en el mercado laboral y proporcionó el primer relato completo de los ingresos de ellas y su intervención a lo largo de los siglos.

“En una de sus últimas entrevistas comenta que la brecha de género nace en casa, no en el trabajo. Las mujeres siempre han trabajado, aunque no siempre les pagaron por ello; las tareas del hogar constituyen un empleo fuera del circuito laboral remunerado y por eso es ahí, y no en la empresa, donde nace esa brecha de género”.

Rememoró que la ganadora del Nobel refiere que la brecha salarial de género siempre ha existido, pero ¿por qué continúa? En un mundo donde se valora el presentismo por encima de las horas productivas, aumentaron los desequilibrios entre empleados y empleadas: “los hombres están desproporcionadamente disponibles para hacer largas jornadas en el trabajo, mientras que ellas están desproporcionadamente disponibles para dedicarse a tareas del hogar”.

La comentarista Sara Ochoa León, académica de la Facultad de Economía, subrayó que los trabajos del Goldin representan cambios en términos epistemológicos. En su análisis toma en cuenta que hay parámetros que van más allá de lo económico e inciden en la toma de decisiones, por ejemplo la autorrealización: las mujeres “queremos desarrollar nuestras habilidades”.

También metodológicamente presenta cambios importantes, en particular el uso del análisis histórico enfocado a partir de una perspectiva de trayectorias de vida, concluyó en la sesión moderada por Mildred Espíndola Torres, integrante del IIEc.
Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2023_860.html

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