Universitarias y universitarios comparten sus emociones en el primer día de clases; se sienten orgullosos de pertenecer a esta casa de estudios y dan a conocer sus expectativas



Aquí vienen los chicos desafiantes del tiempo, nacidos en el primer lustro de este milenio, quienes reinventan cada día. En algunas zonas de Ciudad Universitaria (CU) se desbordan, agolpan; en otras, se acompasan en la calma, el sol de las siete de la mañana dibuja sus siluetas, y la expectativa los hace ser dinámicos y entusiastas.

El verano continúa. Es el día 25 mil 340 en la historia académica de CU, desde aquel 22 de marzo de 1954 cuando empezaron los cursos en esta sede. Ahora, los pasillos, senderos, salones y laboratorios se llenan de voces, comentarios y risas.

En entrevista, Ithan Duriel Blandes López, estudiante del primer semestre de Ingeniería en Computación, expresó: “estoy muy feliz, muy emocionado, por ser parte de una generación tan grande en mi carrera y me emociona. Quiero estudiar mucho, deseo aprovechar al máximo todo lo que nos está dando la Universidad, conocer la Biblioteca, las tutorías; me gusta estar temprano aquí, mirar los árboles, ver toda la flora que hay en la Ciudad Universitaria, me agradan las instalaciones, muy cuidadas, ¡todo lo que hay aquí me gusta!”.

Al descender en una de las dos estaciones del Metrobús que circunda el campus -Ciudad Universitaria y Centro Cultural Universitario-, la comunidad estudiantil parece desbordar su entusiasmo. Nancy Nayeli Miranda Padilla, quien cursa el séptimo semestre de Administración en la Facultad de Contaduría y Administración, manifiesta emocionada:

“Mis expectativas son demasiado altas. La UNAM es lo mejor que me ha pasado en la vida; cada semestre me sorprende con nuevas experiencias, amigos, conocimientos, que son muy valiosos para mi persona como para mi futuro laboral”.

Y ante quienes serpentean los obstáculos para llegar a tiempo a clase, Nancy continúa: a veces son más importantes los vínculos que se crean con la Universidad de la nación, con la amistad, que los vínculos que se hacen amorosamente. La UNAM es una institución que no cierra sus puertas, está abierta a todo el público; ojalá pueda cumplir mi sueño de tener un doctorado.

En el centro de préstamo Bicipuma, Rafael Acevedo Vázquez, del octavo semestre de la licenciatura en Historia, de la Facultad de Filosofía y Letras, comparte que “desde chico he querido mi carrera, y se me ha dado bien la historia, me gusta, me apasiona sentir que puedo enseñar un poco de lo que me apasiona”.

A bordo de otra bicicleta, Karla Mendoza, quien estudia el quinto semestre en la Escuela Nacional de Trabajo Social, reflexiona: “voy por todo; vamos empezando semestre y estoy muy feliz. La UNAM contribuye para hacerme feliz en todo, pero en especial ‘Pumitas’, el curso de verano donde soy instructora, soy responsable del bloque de niños de ocho a nueve años; estoy ahí porque uno nunca termina de aprender”.

Entre las historias universitarias que se entretejen en la base del Pumabús, está América Estrada, alumna del quinto semestre de Arquitectura, quien afirma: “espero adelantar materias de otros semestres, cumplir con lo que quiero y puedo”. Ella recorrió dos horas de camino desde su casa, ubicada en Zumpango, Estado de México, -donde está el nuevo Aeropuerto-, hasta las instalaciones de CU. Ella está sonriente, mientras en sus audífonos escucha “Hangover”, de Taio Cruz, ¡música electrónica!

Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2023_600.html

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