• Juegan su papel como críticos de la vida social, aseguró Carola García Calderón durante el homenaje que le rindió la FCPyS al caricaturista Antonio Helguera
• Fue uno de los que influyeron de manera real en la vida política de la nación, consideró “El Fisgón”
• Jorge Meléndez Preciado dijo que quien no entienda la importancia de la caricatura en nuestro país, no ha comprendido las transformaciones desde El Hijo del Ahuizote
• Mario López, “Mayo López”, sostuvo: el trabajo del monero no se puede hacer sin una idea clara de su posición frente a un hecho
• José Hernández, “Monero Hernández”, expresó que en sus cartones Helguera criticaba los poderes
• Rafael Pineda “Rapé” recordó a su maestro como uno de los más exigentes que, ante todo, le pedía ampliar su cultura
• La caricatura es periodismo, afirmó Rocha
• Para “Magú” la esencia de su profesión radica en captar la realidad con los trazos adecuados
• Un caricaturista solo agacha la cabeza para dibujar: Juan Alarcón
El sentido crítico que muestran día a día los caricaturistas o moneros en su trabajo, ha sido central en la renovación del periodismo que se hace en nuestro país, afirmó Carola García Calderón, directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
“Cuando se habla del renacimiento del cartón político en México, el monero juega su papel como crítico de la vida social, al incidir en los hechos políticos, en reírse de lo que es la política y mostrar con transparencia lo que sucede”, consideró la académica e investigadora.
Durante el homenaje llamado “Helguera por siempre, la caricatura política en México”, rendido por la FCPyS, quedó de manifiesto que quienes se dedican a esta profesión han sido grandes transformadores en la historia de México, como Antonio Helguera, quien falleció el pasado 25 de junio, y cuyo trabajo influyó en la vida de nuestro país.
Rafael Barajas “El Fisgón”, José Hernández “Monero Hernández”, Rafael Pineda “Rapé”, Mario López “Mayo López” y el periodista Jorge Meléndez Preciado recordaron la vida del monero de La Jornada y Proceso.
“El Fisgón” relató que luego de conocerlo en un taller de caricatura en Chapultepec se dio cuenta del potencial que tenía el futuro abogado, por lo cual le recomendó inscribirse a la Academia de San Carlos. No le hizo caso, pues entró a La Esmeralda, pero terminó siendo uno de los grandes caricaturistas mexicanos.
“Toño Helguera fue uno de los grandes artistas que tuvo México en las últimas décadas, no solo fue importante, sino uno de los que influyeron de manera real en la vida política de la nación”, comentó.
Helguera tenía un dibujo preciso, hacía retratos exactos, era anatómicamente perfecto, y sus análisis políticos eran así; varios de sus editoriales gráficos son realmente compendios de política nacional, agregó “El Fisgón”.
En tanto, el periodista y escritor Jorge Meléndez Preciado comentó que los caricaturistas están entre los mejor informados pues su labor implica sintetizar rápidamente la información, de ahí que, con algunas excepciones, todos son de izquierda.
“El que no entienda la importancia de la caricatura en México no ha comprendido las transformaciones que hemos tenido desde El Hijo del Ahuizote, en la Reforma, en la Revolución y en estos tiempos. Los transformadores reales para que haya una apertura, no como la que decíamos política, para mí han sido los moneros”, reflexionó.
Con él coincidió Mario López, “Mayo López”, caricaturista egresado de la FCPyS, quien recordó que el trabajo del monero, como del periodista, no se puede hacer sin una idea clara de su posición frente a un hecho, especialmente los relacionados con la política.
“Somos peces en un mar de ideologías. Helguera profesaba una profunda dirección política de izquierda y eso es muy importante en el trabajo del monero, quien escribe y opina. No se oculta bajo un halo de objetividad y virginidad ideológico, sino que es franco con lo que piensa. Eso es lo más importante en el trabajo de un monero”, enfatizó.
En este sentido, José Hernández, “Monero Hernández”, recordó que hace tiempo Helguera dio una entrevista y el cabezal de la nota decía: “Caricatura que no es crítica es propaganda”, frase que, posteriormente, varios usaron para criticarlo diciendo: lo que hacía en los últimos tiempos era propaganda.
“Absolutamente nadie podrá encontrar en los cartones que hizo Helguera en los últimos tres años, un cartón que sostenga un discurso distinto, de los hechos del 2018 para atrás. Son cartones criticando exactamente lo mismo, criticando los poderes y de ninguna forma se contradice. Esa es una de sus grandes características y virtudes”, destacó.
Finalmente, Rafael Pineda “Rapé” recordó a su maestro Helguera como uno de los más exigentes que, ante todo, le pedía ampliar su cultura y era una persona maravillosa con quien se podía platicar por horas.
“Era fascinante poderlo escuchar, conocerlo como ser humano, viajar juntos, alguna vez nos dimos un rol por Ámsterdam. Fue, ante todo, un maestro de la vida. Les puedo contar que Helguera no nada más estaba interesado en la caricatura, sino que estaba interesado en el tatuaje, me quedé con muchas ganas de ser tatuado por él”, finalizó.
La caricatura política ¿es arte?
Sobre la antigua discusión de si la caricatura es arte o pseudoarte, el monero Gonzalo Rocha afirmó: No es ni lo uno ni lo otro, “es periodismo”. Y es que, a decir del dibujante de La Jornada mientras el arte apunta a la trascendencia, los cartones políticos tienen un fin más inmediato, aseveró al participar en la segunda sesión del homenaje a Helguera, que en esta ocasión se enfocó a reflexionar sobre el oficio.
Al respecto, Bulmaro Castellanos, alias “Magú”, compartió que, al menos para él, el arte no es necesario en su trabajo, conclusión a la que llegó cuando era un abogado y decidió hacerse caricaturista. Para ello se inscribió en San Carlos. “Sin embargo, no cursé siquiera un año. Deseaba ser más académico y hoy veo que con formación artística o sin ella hubiera llegado justo a donde estoy ahora”.
Y es que para “Magú”la esencia de su profesión no radica en la perfección técnica o el estilo impecable, sino en captar la realidad con los trazos adecuados, y éstos no tienen por qué ser hermosos. Pese a ser uno de los más reconocido en el gremio, suele describirse como “el caricaturista que peor dibuja del país”.
Al escuchar esto, Jorge Meléndez recordó cuando Castellanos ganó el Premio Nacional de Periodismo en 1982 y supo que alguien dentro del jurado había criticado la decisión diciendo que el galardonado “pintaba muy feo”, a lo que el profesor de la FCPyS de inmediato respondió: “pues así de feo, o más, está el país”. Y es que no todos entienden que, incluso en la fealdad, hay belleza, añadió.
A su vez, Juan Alarcón quien pasó la mayor parte de la sesión a distancia reclinado sobre su mesa y mostrando a la cámara la parte superior de su bombín rojo en vez de dar el rostro, explicó que estaba así porque elaboraba su cartón del día siguiente y era su hora de entrega. “Y es que, como bien se ve, un caricaturista sólo agacha la cabeza para dibujar”.
En el encuentro surgió la pregunta de qué tan cercanos al poder -político o económico- deben estar los caricaturistas, a lo que el dibujante Juan Alarcón respondió a los señalamientos de ser antiobradorista.
“Eso me parece muy divertido porque tras 30 años en este oficio también he sido antipeñista, anticalderonista, antifoxista, anti todos quienes han pasado por Palacio Nacional durante estas tres décadas. Si la nueva caricatura es antipresidencial y critica a los gobiernos, así lo haré. Lo bueno es que me dan mucho material”, aseveró.
Para el monero Rocha lo complicado en estos tiempos para los caricaturistas no ha sido la aparición de nuevas conductas sociales, sino la desaparición de los suplementos en los periódicos de papel, y que en los virtuales tampoco se abran espacios para hacer cartón político, lo cual no implica que el trabajo sea menos intenso para ellos, pues siempre hay algo sobre qué bocetar a diario, añadió.