• Provoca la muerte de millones de organismos por choques contra edificios y desorientación: Laura Roxana Torres Avilés
• El cambio climático incide en la temperatura, humedad y ciclos de lluvia, con efectos en la disponibilidad de alimentos
• 8 de octubre, Día Mundial de las Aves Migratorias
El fenómeno de la migración es natural y común para numerosos grupos animales; sin embargo, en el caso de las aves es principalmente frecuente en las especies que viven en lugares más estacionales donde la disponibilidad de alimento favorece trasladarse en los periodos en que las condiciones ecológicas se vuelven complicadas para la supervivencia, razón por la cual se dirigen a regiones donde pueden encontrar más comida, mejor clima y condiciones para vivir, afirma la investigadora del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, Laura Roxana Torres Avilés.
Esta práctica es común en aquellas de la región norte del planeta, o en el sur. También algunas tropicales migran, aunque en un rango menor. “Se trata de una estrategia natural que ocurre en muchas especies de aves, pero no en todas”, precisa.
A propósito del Día Mundial de las Aves Migratorias -que se conmemora el 8 de octubre a iniciativa del Programa para el Medio Ambiente de la ONU-, la especialista en ornitología asegura que el tema de la campaña para 2022 se centra en la contaminación lumínica. El slogan es “Noches oscuras, migraciones seguras”.
“Me parece una iniciativa muy interesante, porque el objetivo es sensibilizar a la población en general de una conducta maravillosa. Nos hace voltear a ver algo que está a nuestro alrededor y que veamos que estas aves vienen de un viaje larguísimo, que han cruzado fronteras y realizado una hazaña importantísima”. También nos hace pensar en las actitudes que podemos modificar y las acciones para reducir el impacto del ser humano sobre estas, refirió.
Las ciudades son fuente importante de contaminación lumínica, y esto tiene efectos graves y negativos en su migración. Se ha demostrado que la luz artificial modifica varias de las conductas y desorienta su trayectoria, alerta la especialista universitaria.
La luz artificial aumenta a nivel mundial, al menos dos por ciento cada año, y esto las afecta significativamente, ya que provoca desorientación cuando vuelan de noche, sus relojes internos se desconfiguran, colisionan con edificios y otros problemas relacionados. Las migraciones de larga distancia se ven afectadas, añade Torres Avilés.
En ese sentido, precisa que se pueden tomar medidas, como atenuar las luces de los edificios al menos durante los picos más altos de las migraciones: en mayo y octubre.
Nuevos retos para la supervivencia
Torres Avilés añade que aproximadamente 70 por ciento de las aves norteñas son migratorias, y de ese total 80 por ciento siguen sus rutas de noche y se orientan con la luz de la Luna y las estrellas.
“Su sistema nervioso está preparado para usar la luz como una forma de orientación, y el hecho de usar fuentes artificiales de luz desorienta totalmente la trayectoria de estas aves. Con frecuencia las atrae la luz artificial, hay choques contra edificios, y esto pasa en millones de organismos que mueren año con año”, asevera.
Las aves residentes también se ven afectadas por la contaminación lumínica en sus ciclos diurnos y en su reproducción, porque los organismos no están adaptados a tener luz en las noches.
Otro factor que afecta a nivel global los desplazamientos es el cambio climático, el cual en ciertos lugares impone nuevos retos para la supervivencia.
“El cambio climático afecta estas rutas migratorias de forma muy importante, pues está modificando las condiciones de temperatura, humedad, ciclos de lluvias, y eso tiene efectos en la disponibilidad de alimentos para las aves, que se basa en forma muy importante en insectos. Se hace como una cadena de efectos asociados que imponen grandes y nuevos retos para la supervivencia y la reproducción de los organismos”, precisa.
Aunque se carece de un censo de cuántas aves migratorias entran y salen del país cada año, existen esfuerzos como el de Ciencia Ciudadana de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, donde un grupo de ciudadanos fotografía especies y las registra en una base de datos para conocerlas.
Esta red internacional de ciencia ciudadana -la cual funciona desde hace menos de una década, e integra a 11 países y cuyo nombre es naturalista (www.naturalista.mx)- logra 50 millones de observaciones de naturaleza, con imágenes de plantas, hongos y animales.
Las especies son identificadas por especialistas para compartir conocimientos y crear una gran base de datos de alta calidad para una gran variedad de aplicaciones: la conservación de la naturaleza, agricultura, silvicultura, turismo, educación, cultura, salud, entre otras.
Artículo recuperado de: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2022_811.html